miércoles, 10 de septiembre de 2008

Un D. Quijote más


Como D. Quijote viendo gigantes hasta que me da la vista. Gigantes con largos brazos que no paran de dar vueltas. Y que por mucho que intento acercarme a ellos... más rebotado saldo.

Bonita metáfora, ¿verdad?

Pero es que no es cuestión de esconderse, ni de ser valiente afrontando mis gigantes con un caballo famélico y una armadura tan fuerte como una pluma... no, no es cuestión de nada. Ni de ser, ni de dejar de ser.
¿Me tendré que buscar un compañero rechoncho que haga el papel de paño de lágrimas?

No.

Me daré con un canto en los dientes con poder dar de comer a diario a ese compañero famélico que me acompaña día tras día, noche tras noche... rebote tras rebote.
Mientras tanto, me quedaré quieto, en el mismo luugar de siempre, haciéndome el dormido y esperando a que alguien sea capaz de hacerme comprender que mis gigantes son sólo molinos.

Sí.